viernes, 18 de septiembre de 2009

LA TUMBA

Por el daño que me hiciste
imploré al cielo tu muerte;
porque hiciste que te odiara
con la misma intensidad
con la que llegué a quererte.

Así como hubo un tiempo
en el que tanto te amaba
y por eso te bendecía,
hubo también otro tiempo
en el que a diario lloraba,
y a diario te maldecía.

Y mira... Aquí me tienes
llorando junto a la tumba
que ahora guarda tus restos.
Pero ya no te maldigo.
Ahora lo que me abruma
es el dolor de mis rezos.

Aquí estoy todas la noches,
y te rezo mi oración
con un gesto de ironía.
Pues ahora que estás muerta
yo tengo la sensación
de sentir tu compañía.

Cuando llega la mañana,
limpio el polvo de la tumba
y deposito unas flores.
Cuando llega la penumbra
regreso de nuevo a ti
junto con mis oraciones.

No sé cuánto ha transcurrido.
Pero a tus seres queridos
ya no les parece extraño
encontrar limpia y con flores
la tumba año con año.

...Cuando todos se marcharon,
me arrodillé en tu sepulcro...
...mis ojos me traicionaron.
En tu cruz puse mi mano
y sólo dije "Te amo".
Levanté la vista al cielo
y dije con desconsuelo:

Señor.
Antes que ella, morí yo...
Te juro que ya no puedo
soportar este dolor...
Después, ya no supe más.
Pero distinguí en la tumba
la leyenda que decía:
"Los dos, descansen en paz"

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