Pon las manos en el vientre
donde creció mi semilla.
Tú eres mi origen, mi fuente.
Si mi cuerpo queda inerte
quiero que mi alma regrese
a ti para tener vida.
Tú serás fiel testimonio
de que tu hijo sigue vivo.
Lo dirás, lo escucharé.
Pues volveré de algún modo
donde inició mi camino,
y en tu voz me arruyaré.
Si me adelanto a ti Madre,
¿qué paraíso más grande
podría brindarme mi Dios?
No veo lugar más tierno
ni descanso más eterno
que volver a tu interior.
Pero estoy contigo Madre.
Quita tus manos del vientre
que necesito tu abrazo.
Abrázame fuertemente
y llévame nuevamente
con cariño a tu regazo.
Ya quita de mí tus manos.
Quítame de tu regazo
que quiero abrazarte yo.
Ya ven a mis brazos, ¡vamos!
Quiero abrazar el regalo
más grande que Dios me dió.
viernes, 9 de octubre de 2009
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