La felicidad no se vive,
se recuerda…
Cuando sucede es rutina,
al recordarla es genuina.
Es como esa sensación
que siento si a lo perdido
no le di el justo valor
mientras estuvo conmigo.
Es como olvidar a Dios
si las cosas me van bien.
Cuando las cosas van mal,
me acuerdo que existe él.
Daba por establecido
que mi planta era bonita.
Cuando quise ponerle agua
mi flor ya estaba marchita.
Pensé en la felicidad
como estado permanente,
y al quererla valorar
ya no la tenía presente.
Tuve la felicidad
y no la reconocía.
La que no reconocí
se volvió melancolía…
sábado, 9 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario