Pon las manos en el vientre
donde creció mi semilla.
Tú eres mi origen, mi fuente.
Si mi cuerpo queda inerte
quiero que mi alma regrese
a ti para tener vida.
Tú serás fiel testimonio
de que tu hijo sigue vivo.
Lo dirás, lo escucharé.
Pues volveré de algún modo
donde inició mi camino,
y en tu voz me arruyaré.
Si me adelanto a ti Madre,
¿qué paraíso más grande
podría brindarme mi Dios?
No veo lugar más tierno
ni descanso más eterno
que volver a tu interior.
Pero estoy contigo Madre.
Quita tus manos del vientre
que necesito tu abrazo.
Abrázame fuertemente
y llévame nuevamente
con cariño a tu regazo.
Ya quita de mí tus manos.
Quítame de tu regazo
que quiero abrazarte yo.
Ya ven a mis brazos, ¡vamos!
Quiero abrazar el regalo
más grande que Dios me dió.
viernes, 9 de octubre de 2009
martes, 6 de octubre de 2009
EL SEXO DEBIL
¿El sexo débil?
Sí. Yo lo soy ante mi Madre.
Como esa mujer no hay nadie.
Si hay mejores o como ella
han de ser de otros poetas,
y si no, de otros planetas.
El sexo débil?
Sí. Lo soy ante mis hermanas.
Todas llenas de valía.
Si acaso en algún instante
por mal hijo con mi Madre,
con ellas yo la suplía.
Si acaso fue insuficiente
el pan para nuestra mesa,
también hubo qué comer
gracias al esfuerzo de ellas.
Si el valor a la mujer
se ha sembrado en mi consciencia,
por ellas tengo esa herencia.
Si enfermo o descarrilado,
débil o desconsolado,
no hay mejores enfermeras
que con mano suave y dura
alguna me haya cuidado.
¿El sexo débil?
Sí. Yo lo soy ante mi hija.
Esa niña que me altera
con todas sus travesuras,
y que a la vez, muy certera,
sabe que con su sonrisa
ya me quitó el armadura.
¿Débiles mis compañeras?
Pero si con su trabajo
y con sus capacidades,
nos hacen saber a diario
que por mucho son mejores,
si acaso no son iguales.
¿El sexo fuerte?
Todas ellas, y con ellas
yo no soy el sexo débil.
Ellas son mi fortaleza.
Sí. Yo lo soy ante mi Madre.
Como esa mujer no hay nadie.
Si hay mejores o como ella
han de ser de otros poetas,
y si no, de otros planetas.
El sexo débil?
Sí. Lo soy ante mis hermanas.
Todas llenas de valía.
Si acaso en algún instante
por mal hijo con mi Madre,
con ellas yo la suplía.
Si acaso fue insuficiente
el pan para nuestra mesa,
también hubo qué comer
gracias al esfuerzo de ellas.
Si el valor a la mujer
se ha sembrado en mi consciencia,
por ellas tengo esa herencia.
Si enfermo o descarrilado,
débil o desconsolado,
no hay mejores enfermeras
que con mano suave y dura
alguna me haya cuidado.
¿El sexo débil?
Sí. Yo lo soy ante mi hija.
Esa niña que me altera
con todas sus travesuras,
y que a la vez, muy certera,
sabe que con su sonrisa
ya me quitó el armadura.
¿Débiles mis compañeras?
Pero si con su trabajo
y con sus capacidades,
nos hacen saber a diario
que por mucho son mejores,
si acaso no son iguales.
¿El sexo fuerte?
Todas ellas, y con ellas
yo no soy el sexo débil.
Ellas son mi fortaleza.
sábado, 3 de octubre de 2009
TAL VEZ
Tal vez no imaginas ésto.
Pero si acaso imaginas
que la razón de estas líneas
es por la emoción que siento
con todo lo que me inspiras,
debo decir... que lo acepto.
¿Sábes qué siento por ti?
Te lo diré de este modo
por no hacerlo complicado:
Si yo fuera para alguien
lo que tú eres para mí...
yo me sentiría soñado.
Ahí tienes; así de fácil.
Una manera muy simple
de expresar mis inquietudes.
Cómo no va a ser así
si yo sólo veo en ti
un ser lleno de virtudes.
No concibo otra manera
de ser más claro y preciso.
Imagina que la vida
es una gran hechicera,
yo su conejillo de indias
y tú su flamante hechizo.
Y claro, no te conozco
y pensarás que exagero
diciéndote todo ésto.
Pero he mirado tu rostro
y en esos ojos tan tiernos
respaldo mis fundamentos.
Pensarás también, acaso,
que soy alguien fantasioso;
y así es... exactamente.
Haberte hallado a mi paso
es como haber encontrado
un agradable aliciente.
Apenas puedo creer
cómo me quitas el sueño;
y cómo la imagen tuya
permanece en mi cabeza.
No me pregunto si es bueno, o no,
y en verdad, no me interesa.
Al igual tú, no me juzques.
No preguntes ni cuestiones
si me has dado o no motivos.
¿Acaso hay reclamaciones
de los árboles al cielo
por hacerlos sentir vivos?
Es ilógico ¿verdad?
Un árbol, en realidad,
tan sólo extiende sus ramas
en señal de gratitud.
Así tú mi bella dama,
así me cautivas tú.
Por eso déjame ser
un poeta cautivado;
pues me siento entusiasmado
con esa voz que me arruya.
Por eso no digas nada...
¿¡Cómo!? si la culpa es tuya.
Y es que sabes: Yo diría
que a causa de lo que inspiras
ésto vino a suceder.
Pues me haces sentir que quiero;
que soy capaz y que puedo
hacer feliz a una mujer.
No me juzques. No cuestiones.
No busques explicaciones
para entender mi conducta.
A mí no me queda claro
cómo es que me has hechizado;
y mira, no hago preguntas.
He pensado mucho en ti,
y te sueño, y te veo,
y me haces sentir feliz
y por ti me siento vivo.
Tú no sabes cuánto das
más yo sé cuánto recibo.
Sólo soy un soñador,
y qué mas dá, no me importa.
De alguna forma la vida
conmigo es muy bondadosa;
pues para fortuna mía,
me inspira una musa hermosa.
Porque si fuera pintor
serías mi mejor pintura;
y si fuera un escultor
tú serías mi escultura.
Pero mira, soy poeta
y tu esencia es mi escritura.
...Llevo conmigo tu imagen,
pues reconforta mi alma,
la inquieta y la tranquiliza.
Te escribo para agradarte
sin esperar de ti nada...
Bueno... sólo una sonrisa.
Pero si acaso imaginas
que la razón de estas líneas
es por la emoción que siento
con todo lo que me inspiras,
debo decir... que lo acepto.
¿Sábes qué siento por ti?
Te lo diré de este modo
por no hacerlo complicado:
Si yo fuera para alguien
lo que tú eres para mí...
yo me sentiría soñado.
Ahí tienes; así de fácil.
Una manera muy simple
de expresar mis inquietudes.
Cómo no va a ser así
si yo sólo veo en ti
un ser lleno de virtudes.
No concibo otra manera
de ser más claro y preciso.
Imagina que la vida
es una gran hechicera,
yo su conejillo de indias
y tú su flamante hechizo.
Y claro, no te conozco
y pensarás que exagero
diciéndote todo ésto.
Pero he mirado tu rostro
y en esos ojos tan tiernos
respaldo mis fundamentos.
Pensarás también, acaso,
que soy alguien fantasioso;
y así es... exactamente.
Haberte hallado a mi paso
es como haber encontrado
un agradable aliciente.
Apenas puedo creer
cómo me quitas el sueño;
y cómo la imagen tuya
permanece en mi cabeza.
No me pregunto si es bueno, o no,
y en verdad, no me interesa.
Al igual tú, no me juzques.
No preguntes ni cuestiones
si me has dado o no motivos.
¿Acaso hay reclamaciones
de los árboles al cielo
por hacerlos sentir vivos?
Es ilógico ¿verdad?
Un árbol, en realidad,
tan sólo extiende sus ramas
en señal de gratitud.
Así tú mi bella dama,
así me cautivas tú.
Por eso déjame ser
un poeta cautivado;
pues me siento entusiasmado
con esa voz que me arruya.
Por eso no digas nada...
¿¡Cómo!? si la culpa es tuya.
Y es que sabes: Yo diría
que a causa de lo que inspiras
ésto vino a suceder.
Pues me haces sentir que quiero;
que soy capaz y que puedo
hacer feliz a una mujer.
No me juzques. No cuestiones.
No busques explicaciones
para entender mi conducta.
A mí no me queda claro
cómo es que me has hechizado;
y mira, no hago preguntas.
He pensado mucho en ti,
y te sueño, y te veo,
y me haces sentir feliz
y por ti me siento vivo.
Tú no sabes cuánto das
más yo sé cuánto recibo.
Sólo soy un soñador,
y qué mas dá, no me importa.
De alguna forma la vida
conmigo es muy bondadosa;
pues para fortuna mía,
me inspira una musa hermosa.
Porque si fuera pintor
serías mi mejor pintura;
y si fuera un escultor
tú serías mi escultura.
Pero mira, soy poeta
y tu esencia es mi escritura.
...Llevo conmigo tu imagen,
pues reconforta mi alma,
la inquieta y la tranquiliza.
Te escribo para agradarte
sin esperar de ti nada...
Bueno... sólo una sonrisa.
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