lunes, 18 de julio de 2011

TUVE QUÉ DECIR ADIOS

Encontré lo más cercano
a la mujer ideal,
y se me fue de las manos
como agua de manantial.

Y pude sentir esa agua
que refrescaba mi rostro.
Ya no me refresca nada.
Ella se ha ido del todo.

Se fue, en verdad se fue.
Después de que me sació
ahora me deja con sed.
Mi agua cristalina, adiós.

Fuiste líquido vital
que le dio vida a mi vida.
Agua mía, te me vas
y pides mi despedida.

Que Dios bendiga tu cauce
porque cultivó mi alma.
Ya no estarás a mi alcance;
contigo ya no hay mañana.

Y a pesar de la sequía
que tu ausencia me dejó,
he cuidado la semilla
que sembraste en mi interior.

Con mis lágrimas, princesa,
he regado las raices
de esa planta que recuerda
el más auténtico amor.

Tal vez pases algún día
y reconozcas tu planta.
No estaré para entregarla
porque también dije adios.
Pasa de largo si quieres,
o al contrario, si puedes,
mejor llévate la flor.

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